Nota de sumario, etc. |
"La mujer doble" puede ser calificada como una novela histó rica, erótica, de aventuras, o de costumbres. En el fondo, es una obra múltiple donde todos esos elementos se han tenido en cuenta, y es eso lo que le dá una constante variedad y un interés que no desmaya. Los personajes masculinos que enfren tan sus criterios y sus vidas, como el Preceptor o monseñor Caldeo de Monagas, están bien acompañados por tipos huma-nos tan contradictorios y tan ricos emocionalmente como Cosme de Figueroa, o el Iscariote, o Roque Merluza, o Mateo Costa. Pero es en los personajes femeninos donde el autor reafirma la maestría de su narrativa anterior. Nadie olvidará, una vez leído este libro, a Rita Candela, mulata perseguida por todos los ardores de la carne; a Perla Yumuri, la de ojos como dos llamaradas donde se incinera la inocencia, sierpe lujuriosa que no deja más alternativa que la muerte; a la francesita de La Tasserie, lasciva y dúctil, que en medio de las conspiraciones deja el mejor tiempo para el goce de su cuerpo, que no envejece porque lo reconstruyen las caricias; y, sobre todo, a Carmita de Figueroa, la muchacha exhuberante pero inocente, que puede ser al mismo tiempo Lupe Cruz, gozadora por excelencia de los placeres del sexo, o sor Catalina, acosada por las visiones y casi que propiedad privada del Maligno. Y como telón de fondo, el Siglo XVIII, y una ciudad amurallada donde la nobleza criolla se codea con los piratas bebedores de ron y con los africanos que adoran a Yemayá y llaman a Changó con la música interminable de sus tambores. Una obra póstuma que confirma a Próspero Morales Pradilla en uno de los primeros lugares de la novelística castellana contemporánea |