Alma, Sombra y Raíz / prólogo de Lisímaco Henao Henao

Vemos el árbol familiar como una construcción permanente en el tiempo y, como en un bonsái, sus raíces y ramales pueden ser manipulados para dar nuevas formas a voluntad de quien los cultiva. Al encaramarnos a las ramas de este árbol, como tantos otros hay en el frondoso bosque humano, probará el lector del fruto de cada una de sus propias ramas. Saboreará el dulce y amargo de algunas de sus frutas sin que esto las clasifique como buenas o malas. En su conjunto, tienen el sabor que solo ustedes pueden definir en sus alquímicas cocinas de la mente. Lo importante será que muerdan de su propio fruto y sientan el descenso y ascenso de su propio viaje. En mi caso, descubrí mi sombra, la iluminé, la vi, la detallé y le sonreí: me sonreí. Mi propósito es ser un jardinero que se toma el tiempo de trabajar la tierra, el sustrato, el árbol y su raíz; para romper patrones generacionales y hacer crecer un mejor organismo en paz con mis ancestros y con quienes lleguen; para dejar una tierra fecunda en sanidad y rectificación; y compartir mi aprendizaje para impactar con sanidad al resto del bosque. -- Contracubierta autor

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