Los hombres de K / fotografía, Shadia Cure

Incluye perfil del autor en la solapa del libro.

El amor, el deseo, como sabemos, son festines de espectros. El otro es espejo. A las mujeres, a los sujetos femeninos nos enseñan muchas veces a existir en la mirada ajena, a ser la cosa especular que carece de sentido a menos que la mirada viril otorgue trascendencia. Pero cuando una mujer mira intensamente, el otro es encuentro consigo. El otro nos ofrece una mirada a nosotras mismas. Este libro, esta excavación por los hombres que han sido el objeto vivido, el lugar del afecto, es Luz Karime mirándose a sí misma. Y entonces ese deleite: leer esas viñetas, todas sumando estallido de vida, toda la audacia de seguir las estelas del propio deseo, leer a una mujer que es la narradora de los varones que componen los paisajes de su vida, contada en sus propios términos. Cada uno es encuentro con ella. El deleite de esa insurrección. Lo que sigue significando que una mujer mire, se mire, ame, desee y lo escriba. Lo que todavía nos libera. Puro fulgor, como esos ojos de ella. Vanessa Rosales Altamar -- Cuando terminé de leer Los hombres de K, sentí que este libro no se resume en sus hombres. Pude ver, al contrario, a K, a las mujeres de mi vida y a todas las que conozco. Vi, y sigo viendo, a mujeres solas, a mujeres deseantes, a mujeres que viven todo tipo de violencias y que tienen la fuerza para pensarlas, para enfrentar- las; vi también a mujeres contradictorias. En este libro me encontré con la mirada de K, una mirada otra: una mujer que ve el deseo, el dolor, la culpa, y que se asombra con la extrañeza de los lugares, los objetos y los recuerdos. -- Contracubierta Daniela Torres

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